viernes, 30 de abril de 2010

HABLANDO DEL DOMINIO


Con la sombra de algún índice
alcanzo las orillas de los cuartos saturados de ceguera.
Aquí se deshace todo muro luminoso.
Las paredes ajenas al encierro,
que se únen enfocando la silueta disecada,
son también espejos disfrazados de zaguán.
Donde mis brazos pendientes desde las esquinas,
dirigen estambre y piernas, madera y ojos,
cual marioneta dócil al abismo sofocante de la casa,
que no es otra cosa más que la conciencia.

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