Mientras hablo, escribo
y me dirijo
una lágrima cae,
las hojas de algún árbol mueren,
el tiempo y su minucioso hábito de viento
va dejando atrás
la voz del poeta,
el fiel amor de una mujer,
la ciega fe de cualquier niño
sentado en una nube.
¡Es casi tan fantástico como lo real!
Y, pese a ser la rosa único aroma en el jardín,
he llegado a pensar que lo que se respira es muerte.