Está el autorretrato:
con sus manchas de sol y sus hilos de luz.
Con sus miles de inocentes máscaras mintiéndole a los ojos.
Situado en el instante:
Ahí donde se rompe la cáscara del cuerpo,
Va imaginando el renacer al fiel orígen del disparo.
Pero no se encuentra:
Ni en las horas de este dia,
Ni en el horizonte de aquel tiempo.
Ya ha sido -pues- borrado de esa cara.
Sólo le han devuelto algún disfráz ingenuo.
Volverá -sin duda alguna-
a ser ese fotógrafo del viento.
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Es alucinante como el origen de la palabra persona radica en el concepto de máscara.
ResponderEliminarSaludos.